sábado, 27 de febrero de 2010

Sorpresa

Parece mentira que hoy ya es viernes El día amaneció soleado, y bastante más cálido que los últimos días. Pedí permiso en el trabajo para ir por la tarde a Aeroparque, a esperar a mi hermano. Estoy contenta de que venga a Buenos Aires a visitarme, espero que sus ocupaciones no lo absorban tanto, asi podemos conversar.¡Tengo tantas cosas para contarle!...

Arreglé mi pelo y me maquillé un poco, después de todo quizá Luis quería presentarme a alguien importante para él...
Llegué casi una hora antes de que llegara el avión. Decidí ir a tomar un café, pero antes me compré una de esas tontas revistas femeninas, para leer y así pasar el tiempo. Y ahí lo vi: alto, morocho, ojos casi negros, parecía descendiente de árabes o algo así…Pensé “¡Ah, bueno! Menos mal que vine y puedo mirar algo que vale la pena”. Vestía una camisa sport blanca con rayitas grises azuladas y un pantalón gris oscuro. De repente, como si se hubiera dado cuenta de que lo estaba mirando, me miró a los ojos y me sonrió. Me puse roja como un tomate, di media vuelta y me fui al bar. Me senté y pedí un cortado. Cuando al fin me puse a hojear la revista...anunciaron la llegada del vuelo de mi hermano.
Fui al hall a esperarlo y ahí estaba el morocho de nuevo. Me hice la tonta y me fui hacia la otra punta. En eso lo veo a Luis. Me fui acercando a él, abriéndome paso entre la gente. La sorpresa fue que el morocho también se dirigía hacia mi hermano y lo saludaba. Y yo me quedé a un costado, mirando a Luis y a ese hombre tan buen mozo, pensando “Noooo, No puede ser!!!No me digas que este es el amigo de mi hermano!"

- Gustavo, te presento a Analía, mi hermana- dijo Luis. Y yo, con mis rodillas temblando, y mi cara más roja que antes, empecé a reirme como una tonta.

jueves, 25 de febrero de 2010

Novedades

Mi hermano es un espécimen de aquellos. Es tres años mayor que yo. Siempre supo de su condición homosexual y la aceptó desde pequeño. Mis padres lo llevaron a montones de especialistas para desmentir y encauzar su sexualidad, pero obviamente, jamás lo consiguieron. En cuanto pudo juntar un poco de dinero, se dedicó a viajar, primero por Argentina, para luego lanzarse más allá de las fronteras. En cada lugar que iba, buscaba alguna forma de ganar dinero para solventar sus aventuras. Creo que nunca se prostituyó, pero no estoy muy segura de eso. Desde chico tuvo vocación de artista, y pintar era lo que más lo ayudaba a escaparse de la realidad. Siendo un ser especial, recorría los caminos de la vida casi flotando, dentro de su burbuja dorada, como él llamaba a su mundo imaginario.
Cuando volvía de sus viajes se internaba en el galpón que hacía las veces de atelier y pintaba desenfrenadamente. Sus obras se ganaron cierto prestigio en Córdoba, aunque él siempre se quejaba de las limitaciones de esa plaza. Fue en la inauguración de una de sus exposiciones que conoció a Gustavo, un joven coleccionista de arte que había viajado a Córdoba por negocios de la empresa de su padre, y que había ido a parar a la muestra, invitado por una amiga en común.
Sintonizaron enseguida. Gustavo era dueño de esa sensibilidad y conocimiento que deben tener quienes gustan del arte de vanguardia. Compró un par de cuadros y le preguntó a Luis si le gustaría participar en algún evento en Buenos Aires, ya que él tenía varios contactos en el ambiente artístico porteño. Obviamente, Luis aceptó. Intercambiaron tarjetas y Gustavo prometió llamar en cuanto tuviera noticias para mi hermano…
¿Por qué escribí todo esto?
Porque hoy Luis me llamó para decirme que la semana que viene estará por Buenos Aires. Me contó cómo había conocido a ese tal Gustavo (lo escrito más arriba).Parece ser que G. cumplió su palabra. Me dijo que lo invitó a participar en una expo colectiva que van a hacer no sé donde…
Me pidió que el viernes vaya a esperarlo a Aeroparque. 
-¡Y ponete linda, Analía, sacá a relucir todo lo que la Madre Naturaleza puso en tu hermoso cuerpo!  Dame ese gusto por favor, que voy con un amigo- dijo casi retándome.

Pensé en que sus amigos eran igual que él...
¿Y si no tengo ganas de ponerme linda?¿Para quién después de todo?
El otoño hace que vea todo gris….

miércoles, 24 de febrero de 2010

Regreso

No fue fácil volver a la rutina de todos los días…Trabajar, a la salida hacer algunas compras y de nuevo a mi departamento.
No tengo ganas de salir, ni siquiera de escribir en mi diario. Después de todo nada importante está pasando en mi vida en estos momentos…Encima los días están cada vez  más fríos.
Lorena conoció a alguien, así que no está casi nunca.
Me alegro que haya encontrado un amor, pero la verdad es que extraño su compañía y sus consejos.
Ya pasaron casi tres meses de mi viaje a Córdoba. Parece mentira.
Luis, mi hermano,  ayer me llamó y me dijo que va a venir muy pronto a visitarme, que todavía estaba ultimando detalles, que pronto nos vamos a ver, que tenía una sorpresa para mí y que esperaba que me gustara. Insistí en que me contara, pero el malvado no aflojó ni una palabra.
La verdad es que tengo muchas ganas de encontrarme con él, para ponernos al día, contándonos nuestros secretos como cuando éramos chicos…
Veremos que se trae entre manos…

martes, 23 de febrero de 2010

Viaje a Córdoba

Mamá me avisó que papá esta cada vez peor, y me pidió que viaje a Córdoba para darle una mano. Como siempre mi hermano Luis estaba de viaje. Me contó que se había ido a Brasil y  por allí andaba con otros vagos como él, vendiendo pulseritas y haciendo tatuajes temporales en la playa.
-Tu papá está muy enfermo- me dijo cuando me llamó por teléfono- me pidió que te dijera que vengas…-.
Pedí unos días de licencia en el trabajo y saqué el boleto para viajar esa misma noche. La verdad es que estaba preocupada: mi viejo grave, mi mamá con sus propios problemas de salud, sin poder contar con mi hermano tampoco…
Apenas pude dormir en el viaje. Iban y venían a mi mente todos los recuerdos que había archivado en algún lugar de mi corazón: El día que papá, después de volver de uno de sus viajes, me regaló la muñeca que todavía conservo; las veces que, siendo yo adolescente,  me llevaba y me buscaba cuando salía a bailar con mis amigas; en mis 15, bailando el vals orgulloso con “su nena”; luego mi viaje a Buenos Aires, las peleas y el arrepentimiento de tantas cosas dichas…
Llegué como a las seis de la mañana y estaba esperándome mi primo. Me dio la mala noticia: mi papá no había pasado la noche.

Lloré abrazada a mi madre como cuando era niña. Ella acariciaba mi cabello, queriendo consolarme, como olvidando su propio dolor…
Mezcla de tristeza y alegría fue el reencuentro con tíos, primos y amigos que hacía siglos no veía…ahora  recuerdo esos momentos como si los hubiera soñado…

Mi hermano llegó el día después del funeral. ¡Mi compañero de juegos infantiles! Nunca había estado a la altura de las exigencias de mi padre y eso había dejado impresa una honda tristeza en sus pupilas. Cuando nos abrazamos me susurró en el oído:
-¡Qué linda que estás! Te presentaría alguno de mis amigos, si no fuera que son todos gays como yo!

Volví a Buenos Aires hecha pedazos. Traje conmigo la promesa de mi hermano que cuidaría de mamá, y que pronto me visitaría.


lunes, 22 de febrero de 2010

Adiós


Veinticinco largos días pasaron desde la última vez que estuve con Pablo. Lo extraño, para qué voy a mentir, y aunque de a poco el recuerdo de su mirada se va borrando, no dejo de pensar en él…todavía…a veces…
Hace como quince días me llamó y decidí escucharlo: quería que le diera otra oportunidad, que ya estaba preparando todo para decirle a su esposa que quería divorciarse y llevarse todas sus cosas, que se había enamorado de mí...y que me iba a esperar lo que fuese necesario.
Y de pronto,  ya no volvió a dar señales de vida por una semana. Hasta ese viernes, que me lo encontré en la calle y que fue cuando me dijo que me había mandado un mail. Cuando los leí, escribí en mi diario que lloré…pero lo que no puse fue que lloraba por mí, porque me había vuelto a equivocar, porque por más que él insistiera, la magia ya se había esfumado. Tengo que aprender a controlar mis impulsos.Tengo que aprender a decir no.

Pablo, lo siento mucho, pero FUISTE!  No te creo nada más, fui muy estúpida, pero se terminó. No quiero que me llames más. No te quiero más en mi vida.

Ayer a la tarde, eliminé los mails que me había mandado y cancelé mi casilla. Compré un nuevo chip para mi celular y les mandé a mis contactos mi nuevo número. Después tomé el chip que tenía el número de Pablo y lo tiré por el inodoro.

viernes, 19 de febrero de 2010

Duele...


El fin de semana me encerré en el departamento. Lloré, lloré hasta que se me secaron las lágrimas…
Era algo raro…lo odiaba y lo extrañaba, quería y no quería verlo, me enojaba conmigo por acordarme de esa noche, de la cena, del beso en el puente, en cómo hicimos el amor y al mismo tiempo no podía dejar de recordarlo…
Pablo me mando montones de mensajes, me llamó miles de veces y yo no respondí  ni una vez. Estaba más dolida que enojada. De verdad que me estaba enamorando de él…pero ya no podía creerle.

Pablo, tengo que borrar de mi memoria todos esos besos que nos dimos, olvidar tu risa, tus ojos, tus caricias... 
Tengo que olvidar todo lo que sentí con vos, olvidar que te conocí...

Me pregunté por qué él no había dejado el anillo por ejemplo, en la guantera del auto, lo mismo que la foto. O era demasiado idiota, o lo había hecho a propósito, para que yo lo viera, para que no me hiciera ilusiones, y supiera que iba a ser simplemente una aventura más en su vida…
Ya  no doy más. Mañana no sé cómo voy a ir a trabajar….

Cuando llegó Lorena, le conté lo que me había pasado.
-¡Duele, amiga! ¡Cómo me duele que no haya sido sincero!!
Me abrazó y me dijo: “Ay, Analía, Analía, ya va a pasar…ya vas a conocer a alguien que te quiera bien, como debe ser, sin mentiras, sin ocultar nada…”

miércoles, 17 de febrero de 2010

Descubrimiento

Me desperté. Saqué su brazo de mi cintura y me levanté para ir al baño. Al volver, lo vi. Estaba en la mesita de luz, al lado del manojo de llaves del auto, asomando por el borde de la billetera: una alianza de oro. No lo podía creer. Me acerqué muy despacio para no despertar a Pablo: Tomé el anillo entre mis dedos y pude ver la inscripción dentro: Clara y Pablo.

Suavemente abrí con un dedo su billetera. Y allí estaba la foto de Pablo abrazando a una mujer rubia con una nenita en los brazos. Me senté en la cama, shockeada por lo que había descubierto. Lentamente me vestí, me arreglé un poco y lo sacudí para despertarlo:

-¿Qué pasa?- dijo todavía medio dormido

-Sos un desgraciado- le dije, mientras se me quebraba la voz por el llanto que empezaba a salir a borbotones- Quiero que me lleves de vuelta y que nunca más aparezcas en mi vida.

Abrió los ojos y me preguntó:

-Pero, ¿qué pasa Analía?-.

-Pasa que sos casado y no me lo dijiste- respondí señalando la foto y el anillo-Y yo no me merezco esto. Si me hubieras dicho, yo hubiera podido elegir...
-Dejame que te explique- dijo
-¡No hay nada que puedas explicar!. Si no me llevás vos, no me importa, me voy caminando-.
-No, ¡Por favor! ¡Dejame que te explique!..Está bien, tenés razón, estoy casado todavía, pero voy a pedirle que nos divorciemos. Ya no doy más, con ella no va más; es más, ni siquiera estamos viviendo juntos...No te lo conté porque no quería arruinar lo lindo que estaba creciendo entre nosotros, por eso también te dije que alquilé el departamento, que me estaba mudando...Por favor, Analía, ¡te estoy diciendo la verdad!
Sin mirarlo le dije:

-¡A mí qué me importa!. Confié en vos, ¿sabés?. Yo no te oculté nada y vos sí, y encima tenés una hija...Me quiero ir de acá y no quiero verte nunca más.
-¡No, pará! La nena no es mi hija. Es hija de su primer matrimonio.
-Mirá Pablo, ya no puedo creerte nada. Se terminó.
Esperé que terminara de vestirse y nos fuimos. Quiso llevarme a mi casa, pero le dije que me deje donde nos habíamos encontrado.
Me tomé un taxi y me puse a llorar. El taxista me miraba por el espejo y me preguntó si estaba bien. No le respondí. Cuando llegué, Lorena no estaba. Se había ido el fin de semana a Colonia.

Ay Pablo, cuando me dijiste que te estabas enamorando de mí, te creí.
Yo también me estaba enamorando...qué estúpida que fuí!

martes, 16 de febrero de 2010

Una noche especial (Parte II)

Salimos abrazados del lugar. Caminamos hasta el estacionamiento.
Luego de un viaje relativamente corto, entramos en un hotel alojamiento. Cada habitación tenía su propio garaje frente a la puerta de entrada. Un portón rebatible protegía la intimidad de los ocupantes, al ocultar la patente del vehículo.
Entramos a la habitación alfombrada y con varios espejos.
Pablo me miró a los ojos y supongo que adivinó mis dudas, porque me dijo:
-No tengas miedo, princesa, nadie va a hacerte daño…-.
Se acercó a la mesita de luz y vació los bolsillos de su pantalón.
Y lentamente volvió a besarme en la boca. Yo lo dejé hacer y me dejé llevar…
A la vez tierno, apasionado, dulce, vehemente, suave…nunca había conocido a alguien así. 
Pablo pidió por el interno un par de gaseosas, luego  nos recostamos y me dijo:
- Princesa, creo que me estoy enamorando de vos...-.
Yo me sonreí y le di un beso. Y nos quedamos dormidos abrazados.

lunes, 15 de febrero de 2010

Una noche especial (Parte I)

Tardé como dos horas en decidir qué iba a ponerme. Ganó la elección mi vestido de seda floreado con detalles de encaje en el escote. Lorena me ayudó a hacerme el peinado recogido. Make up, aros, sandalias altísimas, perfume, carterita… y listo!
-¡Pablo no va a saber dónde mirar primero, si tus piernas o tu escote!- dijo mi amiga riéndose-¡Le va a dar un infarto pobre hombre!...¡Buena suerte chiquita, que lo pases bomba y no te olvides de cuidarte...
-¡Gracias amiga!- le contesté al subir al taxi.
Cuando llegué al lugar de la cita, Pablo no había llegado, así que me quedé parada al lado de la puerta del bar, un poco incómoda por la mirada de los transeúntes. De pronto paró un auto gris y se abrió la ventanilla. Miré para otro lado, pensando que era algún tipo que quería levantarme… Era Pablo.
Ay, Pablo si supieras cómo me movés el piso!!! Estabas hermoso...y con ese perfume!! Wuaw!
 Fuimos a Puerto Madero, yo le había dicho que nunca había ido a  cenar por esa zona de la ciudad. Cuando entramos al restaurante, el Maître nos acompañó hasta la mesa reservada para nosotros, en la terraza con vista al dique. Un lugar espectacular.
Como bienvenida y cortesía de la casa, nos trajeron sendas copas de vino blanco. Brindamos por el reencuentro…
(Cuando fuimos a cenar la otra vez él me pidió que le dejara escoger el menú, y yo acepté….No se lo digas, pero a mí no me gustan los camarones, y él pidió eso de entrada. Y después algo de salmón a la no sé cuánto, y tampoco me gusta el pescado. No comí casi nada, en parte por eso, pero también porque estaba muy nerviosa…)
Como nos trajeron una carta para cada uno, elegí rápidamente lo que me gustaba. El hizo lo propio y se encargó de escoger el vino. Todo estuvo riquísimo.
Hablamos mucho. Nos reímos más. Me contó que había nacido en Buenos Aires y que vivió muchos años en Mar del Plata, pero que la vida lo había llevado de nuevo a la Capital. Que extrañaba el mar. Que ya había alquilado departamento, pero que sólo había podido llevar algunas de sus cosas, que quería que yo lo viera…le hable de mi proyecto de retomar mis estudios, de que extrañaba Córdoba pero no quería volver…
Después de la cena caminamos de la mano un rato y cuando estábamos en el Puente de la Mujer nos detuvimos un momento para observar el reflejo de las luces en el agua. Se acercó más a mí, me llevó de espaldas suavemente hasta la baranda y tomándome de la cintura me dio un beso profundo…
Ay Pablo, vos con tus manos eléctricas y tus besos que erizan toda mi piel!
-Vayamos a tomar una café, ¿te parece?- le dije.
Fuimos a una Pub muy lindo. Pero no tomamos café. Pedimos unos tragos largos. Casi no había gente en el lugar. Nos besamos de nuevo, varias veces, hasta que me sugirió ir a un sitio más privado.
A esa altura, ya no tenía fuerzas para rechazar nada de lo que Pablo me propusiera…







domingo, 14 de febrero de 2010

Insiste y conseguirás


Pablo reapareció. Me llamó justo cuando estaba llegando a la oficina. Me invitó al cine, a ver una comedia. Le dije que no podía, que tenía otro compromiso. Insistió, pero no aflojé. ¿Qué se piensa este engreído? Me dejó plantada por una semana completa. Y ahora pretende que yo deje todo para ir corriendo a verlo. Que ni lo piense, ni lo sueñe, ni lo imagine.

“No me mandaste ni un miserable mensaje”, le dije. Me respondió que había estado con mucho trabajo, no había tenido tiempo para nada y encima tuvo que irse de viaje. Le dije que en serio no podía, que tenía que ir a una entrevista de trabajo. Que cualquier cosa yo le iba a avisar cuando tuviera tiempo para él.

“Prometeme que salimos mañana” me dijo. “No prometo absolutamente nada”, contesté…(”A este señor no tenemos que darle el gusto muy rápido, Analía, no aflojes ¡por favor!” me repetía la voz  de mi otro yo).

Por supuesto que todo era mentira, que no tenía ninguna entrevista, pero no se me ocurrió otra cosa.

“No vayas hacia él. Deja que él venga hacia ti” me dijo Lorena cuando le conté lo que estaba pasando. Eso hice, iba a tener que esmerarse.

Durante el resto del día, a cada hora, me envió un mensaje con un piropo de esos que te levantan la autoestima y que no te dicen muy seguido (lo único que escucho en esta ciudad son groserías, no como  en mi Córdoba natal…los hombres cordobeses son sumamente imaginativos). Debió tenerlos anotados, no me explico sino cómo se acordaba de tantos. Pero igual yo seguía enojada. O me hacía la enojada, para el caso es lo mismo. A la noche me volvió a llamar. Me preguntó si estaría libre al viernes, que tenía muchísimas ganas de verme, que no se había olvidado de mis besos, que teníamos que seguir conociéndonos, que no podía dejar de pensar en mí, que fuéramos a cenar, que después, si yo quería podríamos ir al cine, o a bailar, donde yo quisiera, que yo pusiera las condiciones...

Y bueno, no pude negarme.

Cuando le conté a Lorena me preguntó: “¿Te va a pasar a buscar en su auto?”.

“No, quedamos en encontrarnos en el bar del otro día, porque él se va a quedar trabajando en su oficina; me dijo que tiene muchas cosas atrasadas por el viaje y que  iba a ir directamente…Y me parece que no tiene auto, o al menos las pocas veces que salimos no dijo nada acerca  de eso.” Lorena me miró y sentenció:

”Querida Analía, una princesa tan bella como vos se merece que la pasen a buscar en una carroza último modelo, en lo posible importada”.

Pero yo le respondí que no quería que supiera dónde vivo. Después de todo, no había pasado demasiado tiempo desde que lo había conocido.

sábado, 13 de febrero de 2010

Pienso, pienso, pienso...

Estuve todo el fin de semana esperando que sonara mi  celular. Lo llamé varias veces pero me atendió el contestador. Obvio, tampoco contestó mis mensajes.
Pensé mucho acerca de lo que pasó el viernes. ¡Cambió tanto cuando le llegó el mensaje! Me muero por saber quién y qué le escribió. Ahora que lo pienso, cuando le pregunté en el bar qué era lo que tenía que decirme, miró para otro lado, como si no se animara, no sé, como preocupado y me dijo eso de que fuéramos a caminar. Después, su desaparición. ¿Qué le habrá pasado?...
Igualmente, cuando olvido mis dudas y me acuerdo de sus besos...¡Ay mi Dios! Si esta historia continúa así...no sé cuánto tiempo voy a poder frenarme. Me conozco... tengo el "si" demasiado flojo.
Me excito con sólo imaginarme la situación....
"Analía, portate bien", dice la voz de mi alter ego...
Después de lo que pasó con ese tipo, no quiero volver a equivocarme...Lorena me lo había advertido. Para ella, el vago ese no valía ni dos pesos. Y yo fui muy boluda...Le creí cuando me dijo que se llamaba Mario. Tenía unos ojazos verdes increíbles y olía a una mezcla rara de perfume importado, tabaco, miel, vainilla.. que despertaba todos mis instintos...
Esa noche, después de un par de citas,  me excedí con el alcohol y cuando él encendió el porro, pensé "Nunca fumé hierba...Sólo una probadita, a ver qué tal se siente...". Fue mi gran error. Me desperté en un hotelucho de mala muerte. Me había robado todo, menos la ropa, por suerte. Mario había desaparecido.
Menos mal que había hecho bien los deberes con mis anticonceptivos y que el hijo de puta no me pegó ninguna enfermedad...

viernes, 12 de febrero de 2010

Primer beso

Pablo me dijo que nos encontráramos para tomar un café en un bar del microcentro. Tenía que decirme algo. Así que cuando salí de la oficina me tomé un taxi para llegar más rápido. El tránsito estaba complicadísimo. Llegué tarde. Me esperaba.
Conversamos muchísimo. Le conté que era cordobesa y que mis padres todavía vivían allá. Que como yo quería estudiar en Buenos Aires alquilaron para mí un departamento. Eso duró un tiempo hasta que mi papá se enfermó y yo iba a tener que buscar otra carrera en Córdoba. Pero no quise volver. Esta ciudad me había fascinado. Busqué quien quisiera compartir los gastos del departamento y, Voilà! apareció Lorena. Después de un tiempo dejé la Universidad. Mis padres se enojaron y cortaron mi mensualidad. Tuve que buscar un trabajo.
Mientras yo hablaba, me miraba fijamente, como tomando nota de todo lo que decía. Eso me hizo sentir un poco incómoda. Empecé a preguntarle sobre su vida. Si bien me contó algunas cosas, lo noté algo preocupado. Se lo dije.
"Vamos a caminar" me propuso.
El atardecer comenzaba a teñir la ciudad de rosado. Me tomó de la mano cuando salimos. (¿Tenía una especie de electricidad en su piel o me pareció?) Caminamos así algunas cuadras y llegamos a una plaza. Allí nos sentamos. Parecía como si el tiempo se hubiera detenido. Me miró a los ojos, me acarició la mejilla y se inclinó hacia mí para darme un beso muy suave, que me estremeció hasta los huesos. Después de ese, vino otro y otro y otro , mientras la oscuridad iba creciendo a nuestro alrededor...
De pronto nos interrumpió su celular. Se levantó para leerlo. Su rostro cambió: "Perdoname. Tengo que irme". Me acompañó hasta que tomé el taxi. Me dio un beso rápido y lo vi perderse entre la gente.

jueves, 11 de febrero de 2010

Quien espera, desespera...

Hoy recibí el primer mensaje de Pablo invitandome a cenar, mientras almorzaba con Lorena, mi compañera de departamento. Ella tiene diez años más que yo; eso no es problema, nos hemos hecho muy amigas. Anoche le conté con lujo de detalles que había conocido a un hombre increíble. Lorena me hizo una pregunta muy suspicaz: "¿Quién pagó tu café?. La quedé mirando, no me daba cuenta a qué apuntaba. "Mirá Analía, hay dos tipos de hombres: los caballeros y los pijoteros: Si dejó que pagaras tu café, justo el primer café que tomaron juntos, es un pijotero. Mejor perderlo que encontrarlo..." .
 La miré sonriente y le dije: "Creo que Pablo es todo un caballero".
"Entonces, querida amiga, no te apures, esperá que él sea el primero en llamar. No olvides que los caballeros abren la puerta primero y dejan luego que pase la dama"...
¡Juro por mi madre que me costó muchísimo no llamarlo yo!

Nos encontramos en un restaurant muy acogedor. Traté de no llegar demasiado puntual (otro de los consejos de Lorena). Él estaba ya sentado a una mesa, esperándome. Me temblaban las rodillas al entrar."¡Por Dios, que no se me note!" pensé. Se levantó para saludarme, y al acercarme me tropecé con la mesa. Casi se caen las copas. Creí morirme de la vergüenza. Traté de contenerme (cuando estoy nerviosa no puedo parar de reirme), pero no pude. Me reí como una tonta durante toda la cena. Pero se ve que a Pablo no le molestó eso, porque seguía diciendo cosas graciosas...La verdad es que cada vez me gusta más, pero que no se entere! No todavía.

No quise que me acompañara en el taxi. No quería que supiese dónde vivo, hubiera sido exponerme demasiado. Después de todo, cuando le pregunté a él dónde vivía , me contestó: "Estoy en pleno cambio de departamento. Ya ví algunos que me gustaron, sólo tengo que decidirme. Cuando me mude, te invito"...

No hubo beso de despedida. Seguro que él lo esperaba. Yo ya sabía que no era bueno en una primera cita...

Vientos de Agosto

Nos conocimos una mañana de Agosto. Tenía que hacer varios trámites en el Banco y como pensaba que no iba a tardar mucho, llevé los expedientes en mis brazos.
"Agosto es el mes de los vientos", decía mi madre. Efectivamente, cuando estaba por entrar al  Banco, una ráfaga de aquellas me levantó la falda, arremolinándola prácticamente en mi cintura. Por sujetarla se me cayeron todos los papeles que llevaba. Un señor vestido con traje gris, me observaba y se reía de lo que me estaba pasando. Sin dejar de perseguir las hojas que volaban cada vez más lejos, lo miré con rabia como diciendo "¡No te rías más desgraciado y vení a ayudarme!". Entonces se acercó y ambos terminamos de recoger los expedientes. Mientras yo acomodaba mi ropa, me miró con ojos pícaros y me dijo: "Me debes un café. No acepto excusas...te espero hasta que termines tus trámites, no sea cosa que el viento indiscreto vuelva a hacer de las suyas".
Fuimos al bar que estaba en la esquina. Estaba un poco nerviosa, nunca había aceptado una invitacion de un desconocido. Pude observarlo bien. Realmente era un hombre culto, inteligente, simpático pero sobre todo ¡muy buen mozo! Hablamos durante casi una hora e intercambiamos los números de celular...
Volví a la oficina. Me dijeron "¿Qué pasó Analía? ¡Estás radiante!". Yo sólo repetía en silencio Pablo, Pablo, Pablo...

miércoles, 10 de febrero de 2010

LOS MAILS

Me apoyé en la pared, para dejar paso a la gente que a esa hora de la mañana siempre iba con prisa. El sol me daba en la cara y no me dejaba ver lo que ocurría a mi alrededor. Mejor así. Eso me permitía cerrar los ojos y volver a repetir en mi mente el momento del encuentro con Pablo. Debo haber estado así como diez minutos , hasta que una voz interna me dijo: ¡Dale Analía, tenés que ir a  trabajar!. Corrí como pude con mis sandalias con taco aguja -malditas veredas rotas de Palermo- para llegar a tiempo, pero fue inútil. El ordinario del portero me dijo: "Hola Analía , tarde de nuevo! Seguro que estuviste portándote mal anoche jajaja! " mientras me observaba con esa mirada que me daba tanto asco.
En la oficina ya estaban todos. Me había olvidado que mi computadora estaba fuera de servicio, así que mi trabajo de ese día se limitó a archivar los documentos atrasados y hacer café para todos. No pude dejar de pensar en Pablo y en que tenía que ver lo que me había escrito.
Cuando salí, el calor todavía se hacía sentir en Buenos Aires. Apenas llegué a casa abrí mi correo y alli había no uno, sino dos correos de Pablo:
"Querida Analia:
El otro día te dije que había tomado la decision de dejar a Clara, que lo nuestro no iba más, y que iba a pedirle el divorcio. Sé que no me creíste, pero de verdad que voy a hacerlo. Ya no doy más. No puedo dejar de pensar en vos princesa.
Quiero verte, necesito sentirte cerca de nuevo, quiero mirarte a los ojos y decirte que te amo como jamás amé a nadie.
Besos, como los que nos dimos la última vez que estuvimos juntos,
Pablo
PD.: Voy a esta atento a tu mensaje. Sólo tenés que decirme cuándo y dónde nos vemos. Besos y más besos."

Abrí el otro mail con lágrimas en los ojos. Lo había escrito al día siguiente:
"Querida Analía:
Me robaron el celular. Estoy desesperado. No tengo tu número, estupidamente no lo anoté en ningún otro lado, no sé dónde es tu casa. ¡¿Cómo no te pedí tu direccion?!. Imagino que estarás enojada conmigo.  Y pensarás que me borré....por favor princesa llamame a este nuevo celular que me prestó un amigo: 1567894038
Aunque no me comuniqué con vos estos últimos días, igual me la jugué y le dije a mi esposa todo lo que me estaba pasando y le pedi el divorcio. No sabés lo que fue, cómo se puso...
Estoy desesperado por favor aunque sea contestame los mails o mandame un mensajito!
Te amo princesa! Te extraño, te necesito, no sabés cuanto!!!

Pablo"


Lloré, lloré mucho, lloré hondamente mientras leía una y otra vez sus palabras...

lunes, 8 de febrero de 2010

Ya no...


 Ya no voy a esperarte más. Ya lo he decidido. Después de todo lo nuestro no tuvo una explicación racional.

Ayer cuando iba para la oficina nos cruzamos por casualidad.

Me miraste en silencio largamente. Yo no podía dejar de pensar en que tu perfume me traía el recuerdo del día en que nos conocimos.

Cuando dijiste que me habías mandado un correo pensé que eso confirmaba una vez más que era una estúpida. Te mentí diciéndote que me había ido de viaje. En realidad había estado toda la semana esperando alguna noticia tuya y ni siquiera se me había ocurrido abrir mi casilla. Pensé que después de todo habías dicho que odiabas las computadoras.

Miraste tu reloj y me dijiste que tenías que irte. Que ya no importaba. Cruzaste la calle y te fuiste. Ni siquiera me dijiste adiós. Y yo me quedé muda, mirando cómo te alejabas y pensando por qué algunas mujeres nos enredamos con hombres casados.
Alguien al pasar me empujó. Y entonces caí en la cuenta que, en lo que respecta a hombres, siempre elegía al equivocado.





HIJOS

¡Casi nunca estoy sola! Pasan y ven qué estoy haciendo , me dan un beso y siguen. Si ven que abro un PPS se quedan mirando o me piden que vuelva al principio. Ya les avise a mis amigas que si me mandan algo medio zafado lo califiquen con X- XX-XXX ya en el título del mensaje…

O empiezan (como hoy): ¡Ma, dejame que veo algo del Messenger! Y me sacan el Mouse de la mano...Odio que hagan eso…les ladro fuerte, les gruño, los miro fiero, les tiro la ojota, pero igual siguen los molestosos!

Noo…decididamente me voy a comprar una notebook para mí. Nunca entenderían mi terapia cibernética...

Y no hay horarios ciertos para que pueda usar la compu, ya que siempre alguno se levanta antes que yo. Y por la noche ni hablar, chatean hasta altísimas horas de la madrugada (sobre todo el de 20 años) …

Es difícil la convivencia con los adolescentes…un surtidito de 13, 16 y 20 años…a la de 23 no la cuento….

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