viernes, 26 de marzo de 2010

Otra vez...!

Pablo me tomó de la barbilla y dijo mirándome a los ojos:
-Vos sos “mi” princesa, no de “él”. Nada va a pasar que vos no quieras. No tengas miedo. Ya nos vamos…-.
Nos levantamos y fuimos hacia el auto. Mientras manejaba hacia mi casa no dijo ni una palabra. Yo tampoco.
Esa noche tuve un sueño extraño: mi padre me regalaba un talismán y se iba…me desperté llorando. A la mañana, antes de que saliera para la oficina me llamó Gustavo. Me alegró muchísimo escuchar su voz. Lo extrañaba horrores. Necesitaba su abrazo…Obviamente, no le conté lo que pasó el primer día de su ausencia…

Por suerte, Pablo desapareció unos días…Al cuarto volvió a la carga. Salía de la oficina y me estaba esperando. Estaba con el auto de Gustavo.
-Mirá Analía, quiero pedirte perdón por lo del otro día. Te prometo que no va a volver a suceder-.
Ni lo miré. Seguí caminando como si no lo oyera. Se plantó delante de mí y me dijo:
-No te hagas la que no escuchas. Sé muy bien lo que sentís cuando me acerco a vos, porque yo también siento lo mismo…Vayamos a tomar un café así hablamos tranquilos-


No sé porqué acepté. Pensaba en Gustavo, que es todo ternura, me da seguridad, me hace sentir protegida…pero hay algo en Pablo que me mueve de tal forma el piso, que mi corazón se pone a latir a mil y siento que casi no puedo respirar…

miércoles, 24 de marzo de 2010

Gustavo se fue de viaje al día siguiente. Iba a volar antes que la comitiva de la empresa, para ajustar algunos detalles previos. Fuimos a llevarlo al Aeropuerto de Ezeiza. Digo fuimos porque para variar, vino Pablo con nosotros dos. La excusa fue que yo no sabía manejar y Pablo se había ofrecido gentilmente. Los dos se sentaron en los asientos delanteros y yo, detrás. Pablo manejaba y todo el tiempo me observaba por el espejo retrovisor. ¡Estúpido! Sabía muy bien que a pesar de que yo miraba por la ventanilla para no pensar y hacerme la distraída, me ponía nerviosa. Gustavo conversaba con Pablo alegremente, contando algunas anécdotas de sus viajes en avión. Cuando tomamos la Autopista Richieri, Pablo aceleró. Pronto llegaríamos. Gustavo se dió vuelta para preguntar como estaba “su princesa”. Le contesté “Bien” pero pensando “Mi amor, encima que te vas por una semana, me dejás con el Lobo Feroz…”
Finalmente llegamos, bajaron las maletas y nos dirigimos hacia el Espigón Internacional. Cuando anunciaron la partida, lo abracé fuerte, lo besé y le dije que lo iba a extrañar. Se fue rápidamente mientras nos saludaba con la mano…


-Analía, no sabés cuánto hace que espero este momento. Tenemos que hablar…-
Pablo me seguía a través de la gente. Yo caminaba cada vez más rápido.
-No tenemos nada de qué hablar Pablo. Soy la novia de Gustavo. Dejame en paz-.
Llegamos al auto y dudé en subir. Pero tampoco sabía cómo volver desde Ezeiza a mi casa.
Cuando cerré la puerta, Pablo activó el cierre centralizado y arrancó. Lo miré con odio.
-Analía, dale, aflojá, en serio tenemos que hablar. Lo que pasó entre nosotros no puede quedar así. ¡Fui un boludo al perderte! Encima de esa forma tan, tan…-
-¡Tan de cretino!- lo interrumpí.
Paró el auto. Yo no me había dado cuenta del camino que habíamos tomado. Estábamos en los Bosques de Ezeiza.
Me dijo:
-Vení, dale, bajemos y caminemos un rato, por favor te pido…-
Me bajé. Era una tarde hermosa. Apenas había un par de personas .Caminamos entre los árboles...
-Mirá Pablo, vos a mí me lastimaste mucho.-le dije.
-Pero Analía, no entendés...- y tomándome del brazo me dijo- Yo sigo enamorado de vos, te busqué por todos lados, no sabía dónde trabajabas, donde vivías, no contestaste mis llamadas ni mis mensajes, tampoco los mails…Tenés que darme otra oportunidad, vos ahora sabés que es cierto que me divorcié, que es cierto que esa nena no es mi hija, por favor Analía- Y tomándome fuertemente de la cintura me dió un beso que me quitó el aliento.

“¡Ay, ay, ay como hago para frenar esto!¡Cómo hago, Gustavo no se lo merece!”

Lo empujé con fuerza y le grité:
-¿Pero vos estás loco?
-Ya no puedo verte abrazada a él, no puedo ver más que lo beses, ni que lo mires. Esos besos fueron míos, me pertenecen-.
-Mirá Pablo, vos te lo perdiste. Yo estaba enamorada de vos y lo echaste todo a perder.No hablemos más, llevame a mi casa por favor-.
De pronto se sentó en el tronco caído de un árbol y se puso a llorar como un chico…Me senté a su lado para que dejara de hacerlo. Me miró y entonces le dije:
-Pablo, vámonos de este lugar. Pronto anochece y ya no queda nadie, sólo nosotros dos. Me da miedo…

lunes, 22 de marzo de 2010

Viaje

Cada día que pasa Gustavo y Pablo están más tiempo juntos. Recuerdan la época en que fueron estudiantes y bromean sobre tonterías. Se acompañan a todos lados. Cada vez que nos encontramos después que salgo de la oficina, Pablo está presente, ahí, sonriéndome, desnudándome con la mirada, tramando algo, como un tigre agazapado acechando a su presa…O sea,..¡A mí! Me pone muy nerviosa su presencia. Hace que confunda lo que siento por Gustavo. Él no se da cuenta de nada. Menos mal que no lo lleva con nosotros cuando vamos a su departamento, ¡es lo único que falta!…Ahí Gustavo es para mí sola y siento que sus caricias y sus besos van a cuidarme de lo que el depredador Pablo me hace sentir cuando me sonríe mirándome a los ojos…

-Mi amor, tengo que contarte algo- dice Gustavo.
Estamos en la cama, después de haber hecho el amor.
-¿Qué mi amor? ¿Qué pasa? – le pregunto sin mirarlo, abrazada a él y con mi cabeza apoyada sobre su pecho.
-Es que tengo que irme de viaje…una semana por lo menos…es por asuntos de la empresa-.
Lo miro, sin dejar de abrazarlo.
-¿Cuándo tenés que viajar?- le pregunto.
- En un par de días, lo antes posible- me responde.
-Bueno, no sé, si tenés que ir…- digo mientras pienso “Si acomodara las cosas en mi trabajo podría irme con él…podría adelantar algunos días de vacaciones”.
Se lo digo. Y me responde que no, que no puede ser, que va con una comitiva de la empresa y que no tendría tiempo para estar conmigo para nada, que total son unos pocos días. Le digo que bueno, que está bien… Y no digo nada más...Pero vienen a mí las imagenes de Pablo, de su mirada, de cómo me sonríe, de lo que pasó entre nosotros…Y me abrazo a Gustavo con más fuerza.

miércoles, 17 de marzo de 2010

El Amigo

La noche que estuvimos juntos por primera vez, después que hicimos el amor varias veces, le pedí que me trajera a mi casa. Protestó, no quería dejarme ir, quería amanecer conmigo…Pero insistí y me trajo a mi casa.
Necesitaba pensar. Pensar en mí, en lo que estaba sintiendo, en ese miedo que me da perderme, en dar todo y terminar vacía…
Gustavo es un hombre maravilloso. Si fuera por él…estaríamos siempre juntos.
Y yo no sé. No lo conozco lo suficiente. No sé explicarlo….

Bueno, la cuestión es que van más de dos meses que somos novios. Nos encontramos casi todos los días después que salgo de la oficina, generalmente en algún bar del microcentro de la ciudad. Y casi siempre después vamos a su departamento…y ya sabes como sigue todo…
Me estoy volviendo totalmente adicta a sus besos, sus caricias, su olor…No puedo negarme, la química es tan fuerte…Cuando nos vemos, y nos damos un beso, o solo el tomarnos de la mano, siento ese deseo en mi cuerpo que quiere más y más…

El martes lloviznaba. Salí más temprano de la oficina. Habíamos quedado en encontrarnos en una confiteria que queda sobre la Avenida Corrientes. Llegué antes que Gustavo, pedí un café y me puse a observar a través de la ventana como la gente iba y venía bajo esa llovizna persistente: Una señora que caminaba llevando de la mano a un nenito que lloraba desesperado, una pareja de adolescentes que reían abrazados, un vendedor de diarios, mojándose en la esquina…cuando vi aparecer a Gustavo entre toda esa gente. Pero no estaba solo. Venía hablando con alguien, que en un primer momento no reconocí….Pero cuando me dí cuenta quién era, me levanté como un rayo para salir huyendo lo más rápido posible, pero no lo pude hacer. Gustavo me vió detrás del vidrio de la ventana y me saludó mientras cruzaba la puerta sonriente, conversando con ese hombre.
Yo estaba de pie, temblando, a punto de colapsar, mientras ambos venían hasta donde yo estaba. Escuché que Gustavo decía:
-Vení Pablo, que te presento a Analía mi novia-.
Y dándose vuelta hacia mí, con una sonrisa de oreja a oreja, dijo:
-¡Hola mi amor! – se acercó, me besó y continuó diciendo- Me encontré en el Banco con Pablo, mi mejor amigo de toda la vida, y lo traje para que te conociera-.
Sentí un escalofrío por mi espalda y empecé a ver todo borroso, hasta que perdí el conocimiento y caí redonda al piso.
Cuando desperté en los brazos de Gustavo, que repetía mi nombre, vi detrás a Pablo que me miraba asombrado.
Logré balbucear un “Hola” débilmente. Gustavo me ayudó a levantarme y me sentó en una silla. Tengo que reconocer que Pablo se portó como un caballero. En ningún momento dio a entender que nos conocíamos de antes. Yo tenía miedo que hablara de lo nuestro o que insinuara algo…
Cuando me recuperé un poco, me acerqué a Gustavo y le dije al oído:
-Mi amor, ¿podemos irnos por favor?-
Sonrió y me dijo que sí, que no había problemas. Saludamos a Pablo y nos fuimos.

Cuando llegamos a su departamento, estaba tan agotada que me acosté un rato en la cama. Y me desperté a la mañana siguiente con el brazo de Gustavo rodeando mi cintura.

sábado, 13 de marzo de 2010

Despedida y encuentro

Mi hermano Luis ya se volvió a Córdoba. Se nos escaparon algunas lágrimas cuando nos abrazamos al despedirnos. Al final, su muestra estuvo fantástica. Vendió varias de sus obras, por lo que sólo tuvo que coordinar el re-envío de un par de ellas.
Cuando el avión partió, yo seguía un poco triste…sabía que lo iba a extrañar. Gustavo puso su brazo sobre mis hombros y me dijo:
-Vayamos a tomar una café, conozco un lugar que sé que te va encantar-.
Fuimos abrazados hasta el estacionamiento. Antes de llegar, se detuvo, se puso frente a mí y me dió un beso, cálido, tierno…Sentí que mi cuerpo pedía más…

Subimos al auto e  íbamos hablando de todo lo que había pasado esos últimos días, cuando me dijo:
- Analía, cambié de idea… Me gustaría mostrarte mi departamento, lo hice remodelar,  pero me faltan algunos detalles, me gustaría que me dieras tu opinión…¿Te parece bien?-.
-Bueno, no hay problemas- le dije-Vamos-.
Cuando llegamos, se bajó a abrirme la puerta. Ya en el ascensor, me comentó:
-Estoy muy contento,... ya vas a ver que linda vista tiene-.
-¡Qué bueno!- le dije, mientras pensaba “Te estás metiendo en la boca del lobo…Buenísimo Analía…No vayas a arruinarlo.”

El departamento era realmente hermoso. En el living tenía dos ventanales gigantes por los cuales podían verse las luces de la ciudad por un lado y, por el otro, quebrando la oscuridad de la noche sobre el Río de la Plata, las luces lejanas de algún barco carguero.
-Ponete cómoda…Sentate por favor… ¿Querés tomar algo?- preguntó.
Dejé mi cartera sobre una mesita y me senté en el sofá.
-Bueno, ehh…lo que tomes vos…-.respondí.
Gustavo puso una música suave, y desapareció por un momento para luego traer una botella de champagne y dos copas. Yo pensé “Analía, estás en el horno”.

Se sentó a mi lado y brindamos por habernos conocido, luego porque le dije que el departamento estaba hermoso, luego porque me dijo que estaba enamorado de mí y yo le respondí que yo también de él… Cuando dije eso, dejó su copa sobre la mesa ratona y me miró a través de sus pestañas gruesas y enruladas, sabiendo muy bien lo que provocaba en mí con su mirada. Suavemente sacó la copa de entre mis manos y la colocó junto a la suya. Y me dió un beso, y otro, y otro más. De pronto se detuvo y me dijo:
-Esperá…El dormitorio todavía no te lo mostré-.

Me llevo de la mano hasta el borde de la cama y comenzamos a besarnos nuevamente. Sus manos bajaron el cierre en la espalda de mi vestido, que cayó suavemente a mis pies. Mientras seguían los besos fue desabotonando su camisa. Tenía algo de vello en el pecho. Mientras él desprendía mi sostén, yo aflojaba su cinturón. Rápidamente se sacó el pantalón y sus zapatos. Me tomó en sus brazos y me colocó sobre la cama. Era más musculoso de lo que había imaginado…

Al principio me acariciaba muy despacio, explorando con sus manos cada centímetro de mi piel. Luego sus besos y su lengua se adueñaron de cada rincón de mi cuerpo.
-Seguí-dije- Por favor, no te detengas…-.
Mirándome a los ojos me hizo completamente suya…

En el instante en que las sensaciones invadieron por completo nuestros cuerpos, tuve la certeza de que mi corazón le pertenecería para siempre...

miércoles, 10 de marzo de 2010

Ultimo día

Me estoy enamorando de Gustavo. Cada vez que se acerca a mí, un escalofrío recorre mi espalda…Cuando me mira, lo hace con tanta dulzura, que estoy casi segura que a él le pasa lo mismo conmigo.

El último día que estuvo mi hermano aquí, vinimos los tres a mi departamento. En un momento, Luis salió a comprar cigarrillos y algunas otras cosas. Gustavo, que estuvo callado toda la tarde, me observaba mientras yo acomodaba el desorden que había sobre la mesa. Yo me hacia la distraída y lo esperaba… Pero justo cuando se puso detrás mío...¡Llegó mi querido hermano! Nos miró con cara de pícaro y nos dijo: “Hey, ¡Que estarán tramando ustedes dos!”...

viernes, 5 de marzo de 2010

Recién hoy...

Recién hoy tengo tiempo de seguir mi diario. Las cosas fueron pasando vertiginosamente…Anoche fue la inauguración de la muestra de mi hermano Luis. Pero hasta que esto sucedió, pasó de todo: No llegaban los cuadros que él había despachado desde Córdoba, la invitaciones no estuvieron listas a tiempo, y otros inconvenientes más, hicieron que hubiera que postergar la inauguración un par de días, (obviamente una excepción), todo gracias a Gustavo y la persona que él conocía ...
Gustavo y mi hermano querían que fuera con ellos a todos lados, pero no pude. ¡Tengo que trabajar! Así que me pasaban  a buscar puntualmente los dos por la oficina en el horario de salida. En estos días he conocido un montón de lugares, tanto restaurantes, bares, museos, etc...

Pero lo más interesante y lo que quería contar ocurrió en los Bosques de Palermo. Ese día mi hermano estaba descompuesto, supongo por los nervios previos a la muestra y a algunos inconvenientes con la impresión de los catálogos. Así que Gustavo me fue a buscar a la salida de la oficina, como siempre y  fuimos a pasear los dos solos.

Caminamos por las veredas del hermoso lugar un  buen rato, en silencio…Me tomó de la mano cuando llegamos a ese lugar tan bonito que es el Rosedal. Lo miré y me sonreí…Tiene manos grandes, calentitas, mullidas, hermosas…¡Y yo siempre con mis manitas congeladas!

Empezamos conversando de cosas triviales, pero luego fuimos abordando temas más profundos. Como estaba ya anocheciendo y empezaba a ponerse frío, fuimos a un bar pequeño, sobre  Avenida Libertador. Nos quedamos allí hasta muy tarde. Creo que le conté toda mi vida. Y él también la suya. Nunca había sentido esa conexión con un hombre. Muchas de las cosas que le dije, jamás se las había confesado a nadie. Creo que a él le pasaba lo mismo. No dejábamos de mirarnos a los ojos, como si el mundo alrededor nuestro ya no existiera, solo nosotros dos. Ahí mismo pedimos algo para cenar.

Cuando ya no quedaba nadie en el lugar y estaban por cerrar, me llevó a mi casa. Se bajó para abrirme la puerta del auto y me acompaño hasta la entrada del edificio.

-Bueno, gracias por todo Gustavo- le dije.

-No me agradezcas, me encantó poder hablar con vos, los dos solos. Nunca pude conversar con una chica tanto tiempo como con vos, con vos todo es diferente…Desde el día que te vi en Aeroparque imaginé que podría haber algo especial entre nosotros…-me dijo.

-Bueno, ¡gracias! yo también la pasé bien, me encantó la charla que tuvimos…Gracias por el paseo, la cena, por traerme…Buenas noches Gustavo- y le di un beso en la mejilla.

Me di vuelta y entré al edificio.



Me gusta, me gusta, me gusta mucho, mucho, mucho. Es un ser humano excepcional, cálido, divertido, profundo… Pero es diferente lo que siento con él,  con respecto a cualquier otro hombre que haya conocido, el trato, como me hace sentir, como protegida, no sé cómo explicarlo, va más allá…¡Por supuesto que me gusta físicamente! Desde que lo vi cuando fui a buscar a Luis a Aeroparque, su mirada, su sonrisa, es…no sé, como si nos conociéramos de toda la vida…Espero no equivocarme de nuevo…

lunes, 1 de marzo de 2010

Fuimos en el auto

Fuimos en el auto de Gustavo hasta el hotel donde iba a hospedarse mi hermano. Luis me empujó para que vaya en el asiento delantero. Gustavo se quedó en la recepción y yo lo acompañé a Luis hasta la habitación.
-¿Por qué te reías tanto cuando te presenté a Gustavo?- me dijo con cara de pícaro.
Entonces le conté lo que había pasado.
Se echó a reír y me dijo:
-Bueno, hermanita, este hombre es soltero, muy buen mozo, todo un caballero y por sobre todo, no es gay...
"Menos mal" pensé, "semejante hombre, musculoso, alto, hermoso y que no le gusten las mujeres, sería un total desperdicio".

Fuimos los tres juntos a cenar. Nos divertimos muchísimo. Luis hablaba estupideces, Gustavo le seguía la corriente y yo me reía de todo. Cada tanto Gustavo me miraba y yo me hacía la distraída. Luis seguía con sus bromas.

Gustavo tenía un conocido en el Palais de Glace, uno de los lugares de exposiciones de Arte Contemporáneo más importantes de Buenos Aires, y había conseguido que mi hermano expusiera allí su obra. Luis estaba feliz. En la cena quedaron en ir juntos al otro día para ver bien el lugar y coordinar los detalles.
-Analía, venís con nosotros, ¿verdad?- me dijo Gustavo-Sin vos no sería lo mismo-.
-¡Claro que viene!-dijo Luis con un guiño.
-Sí- respondí. Gustavo me dedicó otra de sus sonrisas.
A la salida del restaurante lo dejamos primero a mi hermano en el hotel y Gustavo me llevó a mi casa. En el camino me contó cómo lo había conocido a Luis (yo ya sabía la historia por mi hermano). Apenas hice algún comentario sobre lo contento que estaba mi hermano. Prefiero escuchar primero... la verdad es que no quiero equivocarme de nuevo...
Mañana me va a pasar a buscar a las diez. Mejor me voy a dormir.

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails